-El primer día con el Sr.Potter y la extraña chica del espejo


Tía Ellie empezó  a tocar la puerta, yo me levante de un salto y miré el cuarto en el que me encontraba, por un momento me había parecido que estaba en casa y que aquella que golpeaba la puerta era mi madre.

+¡Jack, despierta de una vez!                                                                                                                                                                                      -Ya estoy despierto tía, deja de maltratar a la pobre puerta.                                                                                               +Pues date prisa, el desayuno se sirve en 30 minutos.

Me vestí rápido, inexplicablemente toda la ropa que dejé atrás al salir ‘’volando’’ de mi casa estaba bien colocada en unas cómodas que habían en el cuarto, abrí los cajones cogí un pantalón negro y una sudadera roja ( sin olvidarnos de la ropa interior ) me senté en el borde de la cama para vestirme. En 5 minutos ya estaba listo, lo que significaba que me quedaban 20 minutos para hacer lo que quisiera. Volví al lugar dónde la noche anterior había estado observando el pájaro amarillo, aún estaba ahí, tan ágil y pequeño que costaba de encontrar. Silbé un par de notas a las cuales el pájaro contesto sin dificultad, cosa que me sorprendió bastante. Fui al baño a retocarme el pelo, ya que tenía tiempo de sobra, aunque al final no lo hice. Al acercarme a la puerta del baño, vi el reflejo de una chica en él. Una chica guapa, con una nariz pequeña y redondita, de grandes ojos vedes, de piel blanca como la nieve y una corta melena rubia. Se encontraba justo delante de mi (aunque realmente estaba dentro del espejo ) al intentar decirle algo desapareció, dejó risa débil tras de si la cual resonó por toda la habitación. ¿Quién era esa chica y que hacía en el espejo de mi baño? Salí corriendo hacia el pasillo y la chica volvió a hacer acto de presencia, esta vez podía verle incluso los pies, los cuales llevaba descalzos. Un vestido largo y azul se movía ligeramente como si el aire lo meciera, cosa que no entendía ya que estábamos dentro de una casa, en un pasillo sin ninguna ventana así que, como era posible que el viento moviera el vestido de la chica.
Inexplicablemente volvió a desaparecer y otra vez la misma risa débil de antes recorrió el pasillo de arriba abajo, corrí en busca de Ellie para contarle todo lo que había pasado con la chica del vestido azul pero no la encontré. Fui el comedor donde supuse que estaría desayunando pero en vez de eso encontré un hombre sentando en una de las sillas colocadas alrededor de la mesa donde habíamos cenado la noche anterior. Era un hombre de estatura media y con bastante barriga, iba mal afeitado y con el pelo peinado para el lado derecho, de un color negro carbón. Llevaba una camisa azul que iba por dentro de unos pantalones negros con cinturón y zapatos a juegos, miró su reloj y acto seguido me miró a mi:

-Llega tarde, señorito Doyle                                                                                                                                                   -Prefiero que me llames por mi nombre, Jack                                                                                                                           -Bueno no importa, tenemos que irnos                                                                                                                                    -Espere, ¿y mi tía Ellie?                                                                                                                                                                  -Ella no estará esta mañana con nosotros, tranquilo. No te haré nada. –dice antes de sonreír, subir la manga de su camisa y enseñarme un tatuaje, llevaba el circulo tatuado- Soy de tu equipo, chavalote.
-Me alegro señor… -me quedé mirándole, no me había dicho su nombre                                                                          -Potter. -me dijo él mirándome por encima de sus gafas-

Seguí al señor Potter, el cual abrió una puerta que había escondida en el salón y aparecimos en lo que parecía un jardín, grande y amplio lleno de flores de varios colores. Miré al cielo, para ver si encontraba algún pájaro como el del cuadro de mi habitación, pero no, un campo de energía ‘’transparente’’ cubría todo alrededor del jardín. Supongo que tampoco querrían que nadie entrara  a su jardín.

-Bienvenido a tu primer entrenamiento Jackie

<< Que rápido me ha cogido confianza>> pensé al escuchar Jackie. Apretó un botón que sacó del bolsillo de su camisa y todo el campo verde y floreado que hacía un momento había estado delante de mi se convirtió en un espacio oscuro, donde incluso parecía que había menos gravedad. El señor Potter se elevó en aire y me miró desde lo más alto. Apuntó con sus manos a un espacio y aparecieron varios tochos de madera, después apretó los ojos y gritó –¡Fuego!- unas llamas grandes se apoderaron de la madera, me eché hacía atrás y cubrí mis ojos con el brazo.

-¿Tienes idea de lo que hay que hacer? –Me gritó el señor Potter desde lo más alto del oscuro espacio negro en el que me encontraba.
Realmente no tenía ni idea, hoy era el segundo día que conocía el poder de mi familia.

-Abre las palmas de tus manos y enfócalas hacía las llamas, después céntrate e imagina como sería si el agua saliera impulsada desde tus manos.

Hice lo que me indicó el Sr. Potter, pero no ocurrió nada. No sé si me estaba tomando el pelo o de verdad esto servía para algo, bajé las manos y lo miré desafiante, él me miraba serio desde lo alto, estaba con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

-¡Repite eso!- Gritó desde ahí arriba.

Volví a repetir la posición que me había indicado, apreté fuerte los ojos sin llegar a cerrarlos, y me concentré en ello. Imaginé un gran chorro de agua que salía de mis manos, el cual al llegar en contacto con el fuego lo apagaba al instante. Pero nada no pasa nada.

-¡Tus padres deben de estar avergonzándose de ti ahora mismo, Jack!

Algo me recorrió el cuerpo de arriba abajo, no sabía muy bien que era, pero toda esa sensación se acumuló en mis manos, lo notaba. Un circulo de luz azul al principio pequeño se formó en las palmas de mi mano, estiré los brazos hacia delante ( realmente no sé porque, pero sentía que debía que hacerlo )y grité ¡Agua! Lleno de ira. No un chorro, una ola grande surgió de la pequeña bola que segundos atrás se había formado en mis manos. No solo conseguí apagar el fuego, conseguí llevarme al señor Potter por delante.

+Bien hecho Jack- me susurró la voz de una chica al oído.

Me di la vuelta, pero ya no había nadie.

¿Habría sido la niña del vestido azul?

El señor Potter se acercó a mí, pasó por mi lado y me dio la enhorabuena algo que no entendí muy bien. Nos acercamos a donde antes estaba la puerta por donde habíamos salido aquí, a lo que ahora volvía a ser un jardín. Murmuró algo que no escuché y apareció la puerta por la cual volvimos a entrar dentro de la casa. La tía Ellie, estaba sentada en un sillón. Leía un libro entretenida tanto que ni se percató de la presencia de la chica del vestido azul, la cual la observaba desde la otra esquina del salón. ¿Quién era esa chica, y porque desaparecía al intentar hablar con ella?
La cabeza empezó a dolerme después de lanzar la ola aquella contra el fuego, pero ahora el dolor era más insistente. Decidí ir al baño de mi habitación a lavarme la cara. Llene el grifo de agua, y hundí la cabeza en ella. Al incorporarme la volví a ver en el espejo, me lanzó un beso y el cristal se rompió. Desapareció dejando otra vez esa risita que empezaba a odiar.


-Como llegué casa de Ellie Colfer y las sorpresas que allí me esperaban.


Aterricé con el culo en el suelo, al contrario de Ellie la cual posó los pies en el suelo como si nada, supongo que estaba harta de viajar así y ya estaba acostumbrada. Me levanté con dificultad y Ellie empezó a reír al ver mi cara de sufrimiento <<Vaya con la amiga de mi madre>> pensé yo, mientras las sonoras carcajadas de ella resonaban como mil tambores en el interior de mi cabeza. Pegué un vistazo rápido a la habitación en la que habíamos aterrizado. Las paredes eran oscuras, y la única luz que entraba era a través de una pequeña ventana que había justo arriba de mí. Al caer levanté polvo y se podían ver las motas volar a través del débil rayo de luz. Había una estantería vieja, sabía que hacía años que no se tocaba ya que estaba llena de telarañas y más polvo. Ellie me miraba de reojo como esperando a que reaccionara, gire la cara y le dije:

-¡Anda que me ofreces tú mano!–Le regañé entre dientes-
+Oh, sí supongo. Ahora levanta y sígueme quejica –contestó ella riendo levemente-

¿Quejica, a quien llama esta mujer quejica?  Lo cierto es que la miré con cierto desdén pero creo que ella no se dio cuenta. Fui siguiéndola por un largo y oscuro pasillo, el cual parecía no tener fin. Al cabo de un rato ella dio un par de palmadas y una tras otra empezaron a encenderse unas bombillas que levitaban sobre nuestras cabezas. Un verde oscuro y sucio cubría las largas paredes del pasillo. Yo no entendía mucho de modas y esas cosas pero la verdad es que nunca pintaría mi casa de ese color. No parábamos de andar y de pasar por el lado de una puerta y de otra y de otra, yo tenía la esperanza de parar en alguna de ellas pero nada, hasta que no llegamos a la última puerta la mujer no paro de andar. Por lo menos iba callada, algo que agradecí bastante ya que aún me dolía la cabeza y el culo del golpe que me di al aterrizar.

+Pasa e intenta no tocar nada, por favor.

Crucé el umbral de la puerta y al entrar no pude evitar abrir los ojos como platos al encontrarme dentro de una habitación alta hasta donde se perdía la vista, todo lleno de cuadros llenos de fotografías de hombres altos, bajos, con gafas y sin ellas, bigotes. Mujeres con moños, melenas, pecas. Qué raro era todo, aunque después de pensarlo me sentí tonto, me parecía esto raro cuando acababa de llegar transportado por un colgante azul. Ellie, se acercó por detrás y colocó su mano en mi hombro.

+Te presento a tus antepasados Jack , bueno, a los tuyos y a los míos.
-Ellie, si son tus antepasados significa que tú y yo…
+Sí Jack, soy tu tía, tu tía Ellie.

Pensé que mi madre era hija única, nunca mencionó nada de una hermana aunque ahora que lo pienso tampoco mencionó nada sobre mis abuelos. Creo que acabaría loco al final del día. Ellie volvió a llamar mi atención con un chasquido de dedos

+¿Me estás escuchando Jack?
-Perdón Ellie, estaba pensando en… en todo aquello que he descubierto hoy.
+Tranquilo, aún es pronto. Date un tiempo para asimilarlo.

Un gato gris que parecía cojear de una de las patas traseras  apareció de repente por una de las oscuras esquinas del final de la sala, lo primero que hice al notar su presencia fue pegar un respingo al que Ellie respondió frotándome la espalda.

+Tranquilo grandullón, es un gato inofensivo.

Perfecto, ahora mi tía pensaba que le tenía miedo a los gatos <<Bien, Jack>> pensé yo.

-No me he asustado, es solo que ando un poco nervioso por lo que ha ocurrido en mi casa.
+Aquí estamos a salvo, esta casa tiene un campo protector bastante especial. Solo gente con sangre perteneciente a nuestro linaje puede entrar aquí dentro. Además no tiene puerta, ¿Adivinas como se entra? –ella empezó a acariciar la cadena del colgante-
-Vaya, que llave tan original –dije entre risas-

Era la primera vez que me reía desde que había empezado el día y la verdad es que me sentó bastante bien, parece que conforme sabía más sobre la historia de mi familia más confiaba en   Ellie. Me dejó acabar de recorrer la sala para que fuera viendo cómo eran mis antepasados, fui rozando con la palma de la mano el papel oscuro que cubría las paredes ( los cuadros empezaban por mis hombros ) hasta que al final llegué a la última generación de la familia y allí un cuadro de mi madre: Helen Doyle Colfer. Pasé la mano por la mejilla de la cara de mi madre y por un momento me pareció que el cuadro sonreía. << El cansancio hace estragos>> pensé yo.

+¡Jack! Será mejor que vayamos a cenar, se está haciendo tarde y mañana tienes un largo día por delante.

Seguí a la tía Ellie hasta el comedor, creo que fue la única cosa normal que encontré en aquella casa, me senté en una silla que estaba al final de una larga mesa que estaba situada en el centro de la sala. Un hombre serio y pálido nos sacó la cena ( La verdad es que nunca lo escuché hablar ) cenamos bastante bien, no sé si porque el estofado de ternera y nabo estaba bueno o porque tenía hambre, aún así he de decir que repetí. Cuando acabamos de cenar Ellie me acompañó a mi habitación y después de darme un beso en la mejilla desapareció por el pasillo. La habitación no era muy grande pero tampoco podía decir que era pequeña. Las paredes eran completamente lisas y blancas exceptuando la pared de la izquierda que tenía un gran cuadro azul con el marco dorado, me acerqué al ver que por el cuadro había algo moviéndose. Resulta que un pequeño pájaro amarillo revoloteaba libremente dentro del cuadro.


Al cabo de un rato cuando me acostumbre me di la vuelta. Detrás de mi había una cama ancha, con una colcha de un amarillo muy apagado y un par de cojines a juego con el cuadro que había estado observando hacía un par de minutos atrás, a cada lado de la cama una mesita de noche adornada con lámparas las cuales tenían como pantalla una enorme esfera que parecía acabar con unos rayos puntiagudos. En el lado derecho había un cuarto de baño, lo vi porque la puerta estaba abierta, me quité la ropa y la dejé toda encima de una alfombra que encontré bajo de mi cama acto seguido me metí a la ducha, era el único sitio donde podría pensar tranquilo. Mientras las gotas de agua caían por mi cuerpo fui repasando poco a poco todo lo que había descubierto hoy, me lo recomendó Ellie antes de salir del comedor. En cuanto acabé me metí en la cama, no me puse el pijama, el cual aparté de un manotazo, ni tampoco me metí bajo la manta. Únicamente me tapé con una fina sábana azul que había sobre la cama y me dormí.

Más que soñar, esa noche recordé el momento en el que conocí a la que horas más tardes llamaría tía. Una mujer de metro ochenta, pelirroja, de larga melena ondulada, la cual movía el brusco aire de Enero a su antojo. Recuerdo que la nariz aguileña fue una de las cosa que más me llamaron la atención. Vestía unos vaqueros, que escondía dentro de una botas de caña alta. También llevaba una blusa verde oscuro, la cual quedaba bien escondida bajo un abrigo de corte militar, con botones grandes y redondos del mismo color que las botas. Cuando la invité a pasar, andaba ligera, de acuerdo a la esbeltez de su altura, tenía un andar sigiloso, su sonrisa era extraordinariamente blanca, sus labios algo carnosos, con un carmín rojo que parecía ir a juego con el rojo intenso de su melena. 


-El día que descubrí quien era y conocí a Elli.


Era una fría mañana de Invierno, si mal no recuerdo, cuando descubrí aquel viejo libro entre las pertenencias de mi difunta madre. Estaba encuadernado con un viejo cuero marrón bastante cuarteado, supongo que por el paso del tiempo.  Al abrirlo algunas de las páginas hicieron un ruido un tanto extraño y alguna de ella incluso cayó. Salí al salón y sentado en una de las cuatro sillas que rodeaban la mesa central empecé a leer algunas de sus páginas. La verdad es que no entendía mucho, estaba escrito en un castellano antiguo y era complicado entender lo que ponía, aunque después de unas cuantas repasadas conseguías entender lo que ponía. El libro más bien parecía un cuento, contaba algo sobre una familia que desde el principio de los tiempos había pertenecido a una vieja organización que se encargaba de cuidar algo llamada ‘’El circulo’’. Resulta que había otra organización llamado ‘’Los Cuervos’’ que querían apoderarse del circulo, y de todo el poder que al parecer poseía. No ponía nada más, lo siguiente que leí, eran recetas de lo que parecían infusiones. Cerré el cuaderno y una página volvió a caer, al recogerla vi que tenía mi nombre.

Querido Jack, si estás leyendo esto es que yo ya no estoy contigo, siento no habértelo contado antes, pero tenía la esperanza de que no tuvieras que enterarte nunca. Dadas las circunstancias he de decirte que pertenecemos a una familia de brujos, nuestro linaje desciende desde los primeros brujos que hubieron allá por el siglo X. Eres la única esperanza de mantener el circulo a salvo. Por favor, no falles. Llama a mi amiga Elli, en mi libreta de direcciones está apuntado su número ella te explicará el resto.
Suerte, besos . Mamá

Me eché hacia atrás, aparté el libro de una patada y lo estuve mirándolo un rato, hasta que me atreví a buscar la libreta de direcciones de mamá y marcar el número de su amiga Ellie. La carta no paraba de darme vueltas por la cabeza y cuando Ellie contestó me quedé callado,  pensando en cómo podría empezar la conversación:

-¿Hola, hay alguien?- preguntaba Ellie desde el otro lado del teléfono.
+S-sí… -dije yo casi susurrando- ¿Eres Ellie, verdad?
-Ellie Colfer, a su servicio –dijo ella amablemente- ¿Qué desea?
+Esto… acabo de leer una carta de mi madre… -contesté con dificultad- y en ella ponía que te llamara, que tú me explicarías todo.
-Claro, ¿Dónde quieres que nos encontremos?
+¿Qué te parece aquí, en mi casa… quiero decir, en casa de mi madre?
-Está bien, en un par de horas estaré allí.

A las dos horas tenía delante de mi puerta una mujer de metro ochenta, pelirroja, y con una gran nariz que me recordaba al pico de un águila. Sus ojos eran pequeños y separados, recuerdo haber leído alguna vez que la gente que tiene los ojos separados tiende a tener alguna deficiencia mental, por lo que no pude evitar reír levemente. Ellie me miró mal y yo disimulé con un pequeño estornudo:

-¿Puedo pasar? – preguntó ella mirándome fijamente a los ojos.
+Claro, pasa.

Me aparté de la puerta, ella pasó y dejo la chaqueta colgada en el perchero que tengo puesto en la esquina del recibidor, parece que conocía la casa porque fue directa al salón.

+Parece que no es la primera vez que vienes por aquí.
-¡Claro que no! –canturreo ella desde el salón.

<<Oh, perdone por haberlo dudado>> pensé al escuchar su grito. Era una persona tan feliz, que incluso me daba asco, me resultaba imposible creer que alguien estuviese tan contento  acabando de entrar a casa de una amiga que murió hace menos de 1 año, sin siquiera hacer una pequeña mueca de lástima o dolor, todo lo contrario una amplia y blanca sonrisa que llegaba de oreja a oreja ocupa su cara. Una idea, una idea bastante tonta me rondó por la cabeza, por un momento pensé que no era la primera vez que ha estado aquí desde… el accidente de mi madre. Era una idea tan estúpida que no merecía ni que siguiera pensando en ella, aun así aún estuvo flotando por mi mente durante un rato. Fui al salón y me senté en una de los sillones verdes tan cómodos que mi abuelo nos regaló hacía un par de años. Ella en cambio se sentó en la silla en la que había estado yo hacia unas horas y ojeaba el libro curiosa, pasó la palma de la mano por el cuero, como si lo acariciara y después poco a poco fue leyendo página tras página, comentando todo aquello que le resultaba más interesante, al cabo de un rato cuando yo ya no sabía si dormirme en el sofá o irme directamente dio la vuelta y me miró:

+Será mejor que empiece pronto, veras… desde hace siglos existe una organización secreta que he velado por que el poder del circulo estuviera en el lugar adecuado, es decir, el nuestro. Lo que pasó fue que allá por el siglo XV un viejo amigo de tus antepasados, corroído por la codicia y la idea de poder que podría conseguirle el circulo formó un clan llamado ‘’Los Cuervos’’  y su único objetivo es conseguir el poder del circulo, sea como sea. Les dará igual tener que matar a quien sea, si saben que eso les acercará más a conseguir su objetivo ¿Lo entiendes?

La pregunta se queda flotando en el aire, aún estaba un poco asombrado. El circulo, poder, antepasados, codicia ¿Hola mundo? Es irónico me recuerda a la típica historia de súper héroe conoce historia y ahora le toca salvar el mundo de un mal que todo lo puede. En fin, supongo que no era tiempo para tonterías.

-¿Sabes? Llevo un día escuchando hablar de ese maravillosos circulo pero donde diantres está? –Le dije a Ellie interrumpiendo el silencio que se había apoderado del salón.

Ella estiró de una cadena que llevaba colgada al cuello, resulta que llevaba el circulo colgado. Era una pequeña esfera azul brillante, en su interior parece haber algo que se movía, me acerqué lentamente, acaricié la superficie suave de la esfera, la miré con detenimiento, como si la estuviera estudiando. Realmente es lo que hacía. Miré a Ellie la cual me acercó el circulo y me lo coloqué sobre la palma de la mano, después me cerró el puño y me hizo prometer que lo cuidaría con mi vida.

-Ellie, no me veo capaz soy un chico de 16 años. Tendría que preocuparme de tener una novia y un grupo de amigos, no de cuidar una esfera mágica con mi vida.

Ella no dice nada al principio, mira su brazo y entonces lo veo. Tiene un trozo del brazo quemado parece que ahí antes había algo tatuado, se ve la tinta arrugada… todo apunta a que ahí antes había tatuado un corazón. Entonces comprendí que ella había perdido a alguien por culpa de este trabajo.  Después me volvió a mirar, su sonrisa había desaparecido tenía los ojos vidriosos y una gota empezó a descender lentamente por su cara.
Un nudo grande y angustioso apareció en mi garganta, se podría decir que incluso sentía pena por ella pero a la vez miedo por lo que me deparaba el futuro, ahora sabía que no era un chico normal, con preocupaciones normales. Ahora sabía que mi futuro no tendría nada que ver con el de los demás chicos de mi clase. Cerré los ojos y apreté la pequeña esfera brillante en mi mano, note como energía que había en el interior de ella rozaba mi mano. De repente el suelo empezó a temblar, se escuchó como los cristales del piso de arriba caían al suelo y comenzaron a escucharse pasos en el piso de arriba, abrí los ojos rápido y vi que Ellie estaba de pie delante de mí con el cuaderno de mi madre en la mano, me arrancó la esfera de las manos y pronuncio unas palabras que no logré entender, una gran luz azul nos absorbió por completo, y cuando quise darme cuenta ya no estaba en casa.

+Bienvenido a tu verdadera casa, Jack.